Importancia de la corrección fraterna; Análisis de Ezequiel 3, 16 – 21
Corregir es una tarea incomoda; tanto para el que es corregido como para el que corrige. Sin embargo, es algo tan humano como necesario para una sana vida comunitaria. Es por eso que te invito a analizar conmigo Ezequiel 3, 16 – 21 para comprender un poco mas el autentico sentido de la corrección desde las Sagradas Escrituras.
Ezequiel 3, 16 – 21:
16. Al cabo de los siete días, la
palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos: 17. «Hijo de hombre, yo te
he puesto como centinela de la casa de Israel. Oirás de mi boca la palabra y
les advertirás de mi parte. 18.Cuando yo diga al malvado: "Vas a morir",
si tú no le adviertes, si no hablas para advertir al malvado que abandone su
mala conducta, a fin de que viva, él, el malvado, morirá por su culpa, pero de
su sangre yo te pediré cuentas a ti. 19. Si por el contrario adviertes al
malvado y él no se aparta de su maldad y de su mala conducta, morirá él por su
culpa, pero tú habrás salvado tu vida. 20. Cuando el justo se aparte de su
justicia para cometer injusticia, yo pondré un obstáculo ante él y morirá; por
no haberle advertido tú, morirá él por su pecado y no se recordará la justicia
que había practicado, pero de su sangre yo te pediré cuentas a ti. 21. Si por
el contrario adviertes al justo que no peque, y él no peca, vivirá él por haber
sido advertido, y tú habrás salvado tu vida.
El texto presenta el oráculo recibido por el profeta Ezequiel, en el que se le coloca como vigía de Israel y se le invita a corregir a “los malvados”. Se le advierte las consecuencias de hacerlo o no, infiriendo una cierta responsabilidad del profeta ante la conducta de su pueblo por el mensaje recibido, pues hacer caso a este oráculo es igual a “salvar la vida”.
El pasaje bíblico cuenta con tres
personajes. El primero de que nos presenta es al profeta Ezequiel, a quien se
le da el titulo “Hijo de Hombre”, que según muchos hace alusión a cualquier ser
humano, y es presentado como alguien que hace silencio y escucha la Palabra de
Dios, escucha que representa a su vez una misión para con el Pueblo. Resalta
bien Yahveh Dios que comunica el su palabra al profeta y es el único en hablar
en el texto. Dios se muestra como un maestro que quiere instruir a su Pueblo.
Por último está el sujeto a corregir; “el malvado”, que exhibe una conducta
inadecuada ante Dios y sin embargo tiene la oportunidad de convertirse, de
cambiar y salvar su vida si acoge el mensaje del profeta.
Nuestro pasaje en cuestión está
destinado a los deportados a Babilonia del año 597 A. C. El problema central
tratado es las consecuencias de la escucha de la palabra de Dios; acogerla es
vida, ignorarla es la muerte, todo esto expresado desde la acción de corregir.
La problemática principal del
texto es la responsabilidad profética del profeta ante pueblo por la misión que
se le ha encomendado, pues anunciar la palabra recibida implica la salvación
para el Pueblo y por el contrario renegar de este anuncio implica la muerte
tanto de profeta como del Pueblo.
Los verbos y frases que a mi
juicio son los más importantes en este texto son los siguientes:
- Centinela. es el titulo otorgado por Dios a Ezequiel, es un símbolo de alguien vigila, anuncia y protege al pueblo.
- Oír. acción a realizar ante el anuncio de Dios que sale de su boca, es decir que es Verdad.
- Advertir. es el verbo más repetido del texto, en un total de siete veces, número que en el pueblo de Israel se interpreta como plenitud, en este caso, la plenitud de corrección de Dios a su Pueblo a través del profeta. Es presentado en todos los tiempos verbales.
- Morir. es el segundo verbo más repetido con un total de cinco veces. La muerte es una consecuencia de no acoger el mensaje que se ha anunciado, y más particular mente en el profeta, una consecuencia de no anunciarlo.
- Salvarse. aparece dos veces: la primera como consecuencia de que el profeta ha anunciado y la segunda como resultado de que el malvado acoge la corrección. El Salvarse es por tanto algo que le competa a ambos y por lo tanto les vincula.
- “Te pediré cuentas a ti”. es expresión de compromiso profético; Ezequiel al ser Centinela de llave tiene que responder ante el por la conducta del Pueblo, ya que el porta la Verdad que Dios anhela que vivan.
Llamada - Anuncio - Misión es el
hilo conductor de nuestro texto típico de los textos proféticos. En detalle
podríamos expresarlo de la siguiente manera:
Llamada:
la palabra llega al profeta con un llamado específico. Se le instruye a una
misión. Ser vigilante ante los peligros que asechan al Pueblo.
Anuncio:
Ezequiel debe comunicar a que se encuentran asediados y cautivos lo que Dios le
comunique, entendiendo que esto conlleva un compromiso tal que podrían morir si
no lo hace.
Misión:
Comunicar la forma de vivir ante Dios es la misión del profeta Ezequiel. Esta
comunicación debe ser autentica y fiel al mensaje recibido.
Nuestro texto se enmarca en el
siglo VI a. C. en el que el pueblo de Israel se encontraba cautivo en Babilonia
bajo el reinado de Nabucodonosor. Israel está lejos de su tierra, con su templo
destruido y sin acceso a sus raíces culturales y religiosas. Por lo tanto se
encontraban expuestos a la burla, culto y prácticas morales de los babilonios y
demás pueblos del extranjero. Es una época decisiva para la preservación de la
tradición recibida, mediante la labor profética que necesita más que nunca. Por
eso se inicia el proceso de escritura de la Palabra de Dios y la historia
interpretada como un paso de Dios en la vida de sus antepasados.
La cualidad del profeta como vigía ha sido
algo característico en otros escritos sobre los profetas como es el caso de los
siguientes textos:
1. Os 9,8: “Vigila a Efraím, con mi Dios, el profeta: lazos
se le tienden en todos sus caminos, hostilidad en la Casa de su Dios”. Aquí se manifiesta que ante el Pueblo de Dios
escogido se presentan diferentes adversidades ante las cuales se debe estar
atento.
2. En Is 21,6ss; "Pues así me ha dicho el Señor: «Anda,
pon un vigía que vea y avise." La alusión al vigía aquí en el lenguaje de
Israel es más cercana a la idea de ese que servía de guardia en la cima de las
murallas, es decir el primero que podía ver lo que se avecinaba y por lo tanto
quien tenía la responsabilidad de comunicar a los demás.
3. Así mismo aparece en Jr 6,17 pero con la connotación de la
negatividad ante el mensaje: "Entonces les puse centinelas: « ¡Atención al
toque de cuerno!» Pero dijeron: «No atendemos.»" el profeta a los
cautivos, a los que está tratando de mantener fieles a Yahvé, rodeados como
están de tentaciones por causa del paganismo ambiente. En Ezequiel vemos
presente, al igual que en los profetas antes mencionados, el sentido de
responsabilidad con su Pueblo.
El teólogo Jesús M. Asurmendi, en su comentario a este texto nos dice:
“El estilo es característico de Ezequiel y lo hemos advertido ya en otros casos como 18 y 33,20-21 (cf. p. 39). Incluso en un texto en que expone la reanudación de su vocación, Ezequiel utiliza el estilo casuístico de los sacerdotes, pero empleando perfectamente la imagen del centinela pata describir la función profética. No es el primero en utilizar esta imagen para presentar la función del profeta. Ya Jeremías hablaba de esos centinelas que el Señor ha dado al pueblo para que den la alerta en caso de peligro (Jr 6, 17); es verdad que no dice que se trate de los profetas, pero esta identificación es fácil de hacer. La connotación guerrera y la imagen del centinela llevan dentro de sí misma ese carácter de urgencia de la función profética al mismo tiempo que su encarnación en el presente del pueblo. El profeta no escudriña las estrellas, sino que acecha los sucesos y la palabra. Pero Ezequiel da un contenido particular a su función de centinela. Expresando esta imagen en el lenguaje de la casuística sacerdotal, presenta su función profética como la de un escrutador de muerte y de vida (cf. Vivir y morir en Ezequiel, p. 41). En esta segunda parte de su ministerio, sobre todo, habla mucho de vida y de muerte. Y éste es el problema fundamental que se le plantea al pueblo: « ¿Podremos seguir con vida?» (33, 10).
Finalmente, esta imagen del
centinela destaca otro aspecto importante del ministerio profético. El
centinela previene, da la alarma, explica lo que sucede. Pero hay más: para
Ezequiel todavía hay tiempo para evitar lo peor. Todavía es posible cambiar el
curso de los acontecimientos. Es posible llegar a un arreglo con el enemigo. El
centinela está ahí para que los malvados a quienes se dirige la advertencia
puedan volver de sus malos caminos. El Señor quiere la vida del hombre, no su
muerte (33, 11). Los profetas no vienen a traer condenas sin apelación, sino
que revelan más bien las raíces de los acontecimientos y de las situaciones
para que éstas puedan cambiar. Llaman a la conversión”.
La vocación profética leída como
una llamada al anuncio de la Buena Noticia y la denuncia de los males que
acosan a nuestra sociedad, es una acción esencial de todo bautizado. El siglo
XXI caracterizado por la post-verdad, la inversión de valores y el capitalismo
salvaje, nos ha encausado en desgracias que atentan con la vida humana, la
promoción social y la justicia. Se quiere imponer la idea de que no existen
modelos a seguir y que por lo tanto “una Palabra recibida” no puede tener
autoridad ante la existencia de un hombre libre. Dicha afirmación permea mucho
en los principales mecanismos de acción para el bien común: “Dejar pasar, dejar
hacer” es una afirmación latente en la que se expresa que nadie debe hacer un
llamado a la conciencia a nadie, pues nadie tiene esa autoridad sobre nadie,
usas veces apelando a la libertad individual y otras a los pecados y errores
que haya cometido el que intenta corregir a otros.
Las voces de los grandes profetas
como Fray Antón de Montesinos, El Papa Juan XXIII, Alberto Hurtado, entre otros,
suenan disonantes ante esta realidad de la no corrección: ellos fueron otros
Ezequieles que conscientes de su misión buscan comunicar la Vida Nueva
recibida, se entendieron como llamados a cambiar la realidad de muchos, desde
la denuncia y acción, proclamando la misión recibida por la Iglesia; que tengan
vida en abundancia. No debemos olvidar la persecución, la incomprensión y el
repudio que recibieron en vida. Hoy nuestro mundo demanda de cristiano como
Ezequiel; llamados y enviados, conscientes de su responsabilidad ante el mundo.
República Dominicana a lo largo de su historia ha sido gobernada por gente a quienes se vio como guías, elegidos y modelos a seguir; muchas veces su liderazgo se baso en el clientelismo, la demagogia y la tiranía. El acceso al poder lamentablemente no sido para aquellos que buscan una mejor sociedad dominicana, pero ¿a qué se debe esto? Pues en primer lugar al falta de una formación política que haga consciente al ciudadano de su compromiso ético con sus semejantes, de la gran responsabilidad de administrar, pues esa también es una forma de dar vida o matar sino se hace de la manera correcta, apelando a principios y valores éticos. No podemos soñar con auténticos líderes cuando estos no están conscientes de su papel y de los que significa conducir a los demás. No puede haber profundidad sino se tiene una experiencia profunda como la de Ezequiel, que inicia haciendo silencio.
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